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Reseña: Silence

Esta semana estrenó en Fine Arts el filme “Silence” del reconocido director Martin Scorsese (“Taxi Driver”, “The Departed”, “Val Newton: The Man in the Shadows”). El filme, basado en la novela del autor japonés Shūsaku Endō, cuenta la historia de dos sacerdotes católicos en una misión para rescatar al último sacerdote en Japón y continuar propagando el evangelio cristiano. Situada en el siglo 17, la trama nos remonta a un Japón rural y pobre, donde la fe y resiliencia de los padres “Rodrigues” (Andrew Garfield) y “Garupe” (Adam Driver) son puestas a prueba, más aun en una época donde el cristianismo fue perseguido por la inquisición del gobierno budista/sintoísta japonés.

 

Los creyentes reunidos. De izquierda a derecha: “Ichizo” (Yoshi Oida), “Mokichi” (Shin’ya Tsukamoto), “padre Rodrigues” (Andrew Garfield ) y “padre Garupe” (Adam Driver).

 

Es fascinante el desarrollo de temas como la dicotomía religiosa entre oriente y occidente. El filme demuestra con diálogo y escenas la incompatibilidad ideológica de la religión budista y sintoísta con el cristianismo.  La idiosincrasia de ambas facciones religiosas están bien representadas a lo largo de este filme. Por un lado, la iglesia católica trata de enseñarles a sus creyentes japoneses la diferencia entre Dios y Jesús como salvador enviado para redimir y perdonar. Pero dentro del imaginario japonés y los errores de traducción del evangelio cristiano, Jesús es visto por sus seguidores como el “hijo del Sol”. El Sol es, dentro del imaginario japonés, el dador de vida y la naturaleza es vista como un todo no separable del ser humano. Este contraste se ve reflejado en las conversaciones que sostiene el “padre Rodrigues” con su mentor el “padre Ferreria” (Liam Neeson), el líder de la inquisición “Inoue” (Issei Ogata) y el intérprete de la inquisición escenificado por Tadanobu Asano.

 

El “padre Rodrigues” (Andrew Garfield) con “Kichijiro” (Yosuke Kubozuka)

 

Las actuaciones de todo el elenco evocan diferentes sentimientos y cada una cala en la experiencia del espectador. La interpretación mas notable es el vía crucis espiritual del personaje principal, “el padre Rodrigues”. El fenomenal desempeño de Andrew Garfield en el personaje de un hombre cuya fe es puesta a prueba por la persecución religiosa, al igual que las experiencias torturantes a que es sometido a observar. Adam Driver, a través de su rol secundario, logra efectivamente sostener la historia de su compañero. Mientras, las actuaciones del elenco japonés elevan el filme a otro nivel artístico. Un ejemplo es la ejecución impresionante del veterano Yoshi Oida como “Ichizo”, un líder cristiano del pueblo costero que recibe a los dos sacerdotes. Al igual que el personaje de Shin’ya Tsukamoto como “Mokichi”, ambos son reflejos de la fe implacable de personas humildes que solo añoran un paraíso ante la dura vida en la que nacieron. El personaje mas difícil de comprender y tolerar es del Yosuke Kubozuka como “Kichijiro” . El representa al creyente que continua buscando su salvación a través del arrepentimiento constante de sus pecados continuos. Es este el personaje que más pone a prueba la perseverancia espiritual del “padre Rodrigues”.

 

El reflejo del “padre Rodrigues” (Andrew Garfield) en el agua como Jesús.

 

La falta de música en este filme es refrescante y a la misma vez es la mayor de las alegorías extendidas en el cine. El silencio solo es interrumpido por sonidos de la naturaleza o dialogo entre personajes. Esto añade a la experiencia sensorial del espectador que invita a sumergirse en la prueba de fe de ambos sacerdotes. Ninguno aparenta lograr comunicarse con su salvador y son tentados y torturados para renunciar a su fe y ser apostatas.

 

Cabe destacar, este filme es extenso e intenso. Tiene una duración de 2 horas con 40 minutos. Las escenas de violencia y extremo silencio pueden ser difíciles de comprender e internalizar. Pero son estos componentes combinados con una excelente dirección, fotografía y trama que llevan al espectador a una experiencia cinematográfica sublime. Las escenas en Japón son espectaculares y definitivamente Scorsese logra explotarlas para elaborar la trama que quiere relatar. Una historia compleja de un viaje espiritual que nos hace recordar nuestra humanidad. Definitivamente una obra maestra del director.

 

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