Doom: The Dark Ages – Brutal y divertido (Reseña)

Doom: The Dark Ages marca un nuevo capítulo en la franquicia con una propuesta arriesgada, brutal y cargada de acción sin tregua. Con un diseño más accesible, niveles abiertos y un regreso al frenesí visceral que definió la saga desde sus inicios, esta entrega propone una experiencia que no todos los fans recibirán igual.

Desarrollado por ID Software y corriendo sobre el poderoso motor IDTech 8, The Dark Ages apuesta por un enfoque diferente a sus predecesores, priorizando la agresividad y la libertad sobre la táctica y la precisión. Pero, ¿es este el futuro que Doom necesitaba?


Una jugabilidad que privilegia la agresión

A diferencia de Doom Eternal, que se basaba en una gestión táctica de armas, municiones y enemigos, The Dark Ages se enfoca en el combate cuerpo a cuerpo, el parry con escudo y el uso de ataques especiales que invitan al jugador a lanzarse sin pensar. Aquí no hay que memorizar qué arma usar contra qué enemigo. En su lugar, se premia el avance agresivo.

Este cambio puede sentirse como un alivio para quienes consideraron que Eternal era demasiado exigente, pero también representa un retroceso en términos de complejidad. El modelo de combate actual es más directo, pero también menos profundo, y con el tiempo, puede tornarse repetitivo.

Lo más destacado es cómo el juego logra transmitir una sensación de poder absoluto. Golpear, destrozar y avanzar con furia es tremendamente satisfactorio. Es como si el Slayer se hubiese convertido en un tanque medieval, movido por pura sed de sangre.

Aquí el tráiler de lanzamiento.


Diseño de niveles más abiertos y exploratorios

Uno de los cambios más notorios es el diseño de niveles. La mayoría de las 22 misiones presentan mapas amplios, con rutas opcionales, secretos bien señalizados y múltiples caminos para alcanzar objetivos. Esto permite que cada jugador decida su ritmo: puedes ir directo al grano o detenerte a explorar cada rincón.

El sistema de mapas ayuda demasiado, quizá en detrimento del sentido de descubrimiento. Aunque la exploración es divertida, depender constantemente del mapa puede romper la inmersión. Aun así, es un soplo de aire fresco comparado con el esquema más lineal de entregas anteriores.


Un portento técnico sin comparación

Visualmente, Doom: The Dark Ages es impresionante. Desde texturas hasta efectos de partículas, todo luce pulido y con una fluidez que sorprende incluso en configuraciones exigentes. En PC, alcanza más de 100 fps en resolución 4K con configuraciones máximas, sin bugs ni caídas de rendimiento.

La ambientación, que fusiona elementos medievales con ciencia ficción, permite a los artistas de ID Software crear paisajes únicos. El juego pasa con naturalidad de fortalezas infernales a escenarios alienígenas o catedrales futuristas. La dirección de arte brilla más que nunca.


Historia: el talón de Aquiles

Si bien la jugabilidad cumple, la narrativa es uno de los puntos más débiles. El Slayer, que en Doom 2016 era una figura mítica envuelta en misterio, ahora es víctima de una historia que raya en lo caricaturesco. El tono recuerda a una versión ultraviolenta de He-Man, con diálogos simples y personajes poco memorables.

Los elementos narrativos parecen reciclados de otras franquicias. Hay razas alienígenas estilo Halo, humanos tipo Gears of War y criaturas salidas de Diablo o Lovecraft. El resultado es una historia que se siente derivativa, sin una voz propia.

Además, la ausencia del compositor Mick Gordon pesa. Su reemplazo no logra replicar la intensidad ni el estilo icónico que definió la identidad sonora de Doom. La banda sonora de The Dark Ages se percibe genérica y mal mezclada, al punto de ser fácilmente ignorada durante el juego.


Dificultad personalizable para todos los jugadores

Otro aspecto destacable es el nivel de personalización en la dificultad. Desde el daño recibido hasta el tiempo de parry, el jugador puede ajustar múltiples parámetros. Esto hace que el juego sea tanto más accesible como más desafiante, dependiendo de las preferencias de cada quien.

Es un acierto que amplía el alcance del juego y lo adapta tanto a nuevos jugadores como a veteranos que buscan una experiencia intensa.


El combate: libertad vs. profundidad

Doom: The Dark Ages abandona el sistema de combate meticuloso de Eternal en favor de uno más inmediato. El juego premia al jugador que se lanza sin pensarlo, que ataca cuerpo a cuerpo, parry tras parry, sin preocuparse tanto por la estrategia.

Aunque divertido, este enfoque sacrifica variedad. Todos los enemigos se enfrentan de forma similar, lo que puede volver la experiencia monótona. La falta de un sistema robusto de intercambio de armas y la presencia de un cooldown global tras ciertas acciones entorpece la fluidez.

En palabras simples: este nuevo sistema funciona, pero no iguala la sofisticación de Eternal. Es más cercano a un hack and slash que a un shooter táctico.


Misiones secundarias y mecánicas experimentales

Aunque el combate es el núcleo, también hay mecánicas secundarias como misiones en dragones voladores o batallas con mechas gigantes. Lamentablemente, estas se sienten como relleno. Los controles no son precisos y la ejecución es torpe, haciendo que muchas de estas secciones rompan el ritmo del juego en lugar de enriquecerlo.


¿Vale la pena Doom: The Dark Ages?

Sí, pero con matices. Doom: The Dark Ages es un juego sumamente divertido. Su combate visceral, su presentación visual de primer nivel y su nuevo enfoque en diseño de niveles lo hacen una experiencia fresca dentro de la saga.

Sin embargo, los cambios implementados pueden no ser del gusto de todos. Quienes amaron Doom Eternal por su complejidad probablemente vean esta entrega como un paso atrás. Aun así, como juego independiente, The Dark Ages tiene suficiente identidad propia como para destacar.

ID Software ha demostrado una vez más su capacidad técnica y su voluntad de experimentar. Esta entrega puede no ser la más profunda, pero sí es una de las más frenéticas, accesibles y visualmente impactantes de toda la franquicia.

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